Los Finados y la Literatura


Los Finados y la Literatura

Puentes que vienen y van…

Octubre se despide con aroma de castañas asadas.

La mayoría de los comercios hoy en día adornan sus escaparates con calabazas y sombreros de brujas; al tiempo que temibles fantasmas de piratas o graciosos esqueletos cuelgan de las estanterías.

Por las calles las niñas y niños canarios pasean disfrazados o solicitando el ya conocido «truco o trato» al que se da como respuesta unas cuantas golosinas de regalo.

Para entender el porqué de este festejo, tenemos que remontarnos a una antigua tradición sajona.

Estos pueblos consideraban al mes de octubre como el mes de los vientos ya que cuando estos caían con fuerza sobre las tierras del norte, comenzaba el período invernal y de oscuridad. Esto se suma a que los celtas celebraban por estas fechas el «Samain» período en el que los pájaros migraban hacia climas más suaves. Las familias creían que en la madrugada de finales de octubre las sombras de los difuntos llamaban a las puertas.

Esta celebración con el correr del tiempo se hizo popular en varios países y ha derivado en lo que se conoce como Halloween. Una fiesta que, movida probablemente por la publicidad, tiene cada vez más adeptos.

Considero que uno de los pilares de la cultura es unir mundos.

Por eso es importante que, desde la infancia, a la vez que se disfruta de las costumbres de otros pueblos, se conozcan las propias tradiciones y la riqueza de las costumbres típicas de la tierra. Y en este caso, la nuestra.

En el Archipiélago Canario, se está recuperando una antigua tradición, la de «Los Finados”. Antaño, cuando llegaba la noche del 31 de octubre, Víspera de Todos los Santos, se celebraba en familia la Noche de Finados, recordando a las personas fallecidas. Las familias se reunían alrededor del fuego a contar historias y anécdotas de sus parientes muertos, mientras disfrutaban de un licor, comían castañas, nueces y manzanas. Además, se encendía una luz (lámpara de aceite o una vela) en un rincón de la casa dedicado al difunto.

La celebración de «Los Finados» es tan bonita como la que se celebra en otros países, pero lo que la hace más entrañable es que tiene sabor de esta tierra, rica en tradiciones y fiestas populares.

Y ya que hablamos de tradiciones y difuntos, ¿por qué no aprovechar para leer El lagarto de La Fortaleza, que trata de forma exquisita el tema de la muerte y celebraciones en honor a los muertos en lugares sagrados de los antiguos canarios?

Entre las páginas de este libro, encontrarás una historia de esas que te tocan el corazón. Nos cuenta las historias de unos niños y unas niñas indígenas que vivían en un gran poblado, con su gran almacén o granero, y un lugar, en su cima, que para los antiguos canarios fue sagrado. En ese lugar tan especial se enterraron a varias personas, que se creen que fueron también importantes en aquella época, y eso también las hizo importante en la muerte.

El lagarto de La Fortaleza, escrito por Sandra Franco Álvarez e ilustrado por Marina Seoane Pascual, nos cuenta además, que a la parte alta del yacimiento de La Fortaleza, se acercaban los vivos para celebrar y visitar a sus ancestros. Posiblemente, dicha celebración tuviera que ver con el tiempo de solsticios y equinoccios. Los asistentes, o bien realizaban ofrendas en forma de comida a los ancestros, o bien hacían comidas rituales donde los restos acababan en el fuego. Honrando de esta manera a sus difuntos. Y es que algunas montañas para los antiguos canarios eran sagradas, ya que hacían de intermediarias, entre nuestro mundo y el más allá.

Que la cultura sea siempre un puente que ayude a sumar y a crecer, nunca un barrera que ponga límites.

Coincido con las palabras de la escritora Katherine Paterson cuando afirma que en el mundo hay muchos abismos de tiempo y de cultura. Y para ello, transcribo sus palabras: «no solamente es necesario construir un puente para que los niños y niñas expandan su imaginación. Es necesario convertirse en el puente. Es necesario tenderse uno mismo sobre el abismo”.

¡Feliz Celebración!

Samy Bayala

Escritora de Literatura Infantil y Juvenil.

Fotografías: Pepa Sánchez (monitora de la Escuela de Folclore de Telde)